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Inversión ESG


Por John Hughes – Inversión ESG, o: usted redefine lo bueno y yo redefiniré la codicia


Documento original: ESG investing, or: you redefine good and I’ll redefine greed


One of the Hottest Trends in the World of Investing is a Sham [Una de las tendencias más candentes en el mundo de las inversiones es una farsa] anuncia el título de un reciente artículo de opinión publicado en el New York Times.


Está escrito por Hans Taparia, un “profesor clínico asociado de la New York University Stern School of Business y anterior emprendedor”. Aquí hay algunos extractos:


  • Wall Street ha estado trabajando duro en un cambio de marca. Atrás quedó la arrogancia de “La codicia es buena” que encarnó su cultura en los años 1980s… En el corazón de su cambio de marca está una nueva industria de fondos, creada por BlackRock y pares tales como Vanguard y Fidelity, que buscan invertir en compañías que sean buenos ciudadanos corporativos – esto es, compañías que satisfagan ciertos criterios ambientales, sociales y de gobierno. Esos criterios E.S.G. son amplios, correspondiendo a problemas tales como emisiones de carbón, contaminación, seguridad de datos, prácticas ambientales y la diversidad de miembros de la junta corporativa.

  • Según las apariencias, la inversión E.S.G. podría ser transformadora, razón por la cual es una de las tendencias más candentes en el mundo de las inversiones. Después de todo, asignar más capital a compañías que hacen bien les ayuda a crecer más rápido y reducir su costo de capital, creando un incentivo para que todas las compañías sean más social y ambientalmente conscientes.

  • Pero la realidad es menos inspiradora. El sistema actual de Wall Street para la inversión E.S.G. está diseñado casi en su totalidad para maximizar los retornos del accionista, falsamente llevando a que muchos inversionistas crean que sus portafolios están haciendo bien al mundo.

  • Quizás el mayor problema está en la industria de calificaciones … contrario al espíritu de la inversión E.S.G. (y probablemente desconocido para la mayoría de los inversionistas), las principales agencias calificadores no están calificando a las compañías según su grado de responsabilidad ambiental o social. En lugar de ello, están midiendo qué tanto daño potencial factores de E.S.G. como las emisiones de carbón tienen en el desempeño financiero de las compañías.

  • Responsabilidad corporativa y riesgo financiero, sin embargo, no son la misma cosa. Además, pueden ser diametralmente opuestos.

  • A McDonald’s, por ejemplo, el año pasado recibió una mejora de su calificación E.S.G. por MSCI, que citó riesgos reducidos para la línea de resultados de la compañía como resultado de cambios que la compañía hizo en lo que tiene que ver con material de empacado y deseños. Pero las emisiones de gas con efecto invernadero provenientes de las operaciones y de la cadena de suministro de McDonald’s, que es uno de los más grandes compradores de carne en el mundo, crecieron un 16 por ciento desde 2015 a 2020. Esas emisiones son causa directa del cambio climático, pero MSCI no vio que ellas generen un riesgo financiero para McDonald’s, no afectaron negativamente la calificación.


Además, el artículo encuentra que el 90 por ciento de las acciones en el S&P 500 se pueden encontrar en un fondo E.S.G. con calificaciones de MSCI. Taparia sugiere: “El mejor enfoque sería que las agencias calificadoras midan los costos para la sociedad y el ambiente que no son asumidos directamente por las compañías – lo que los economistas denominan externalidades negativas. Esto incluiría los costos de atención en salud que para la sociedad tienen el fumar o el consumo excesivo de gaseosas o la aceleración del cambio climático como resultado de emisiones de gas con efecto invernadero”. Pero, tal y como observamos en el pasado, incluso el actual sistema altamente comprometido de inversión ESG atrae creciente oposición de la derecha como ejemplo de “capitalismo despierto”. Taparía implícitamente sugiere que los detractores harían mejor en aplaudirlo, como “solo capitalismo regular en su forma más ágil: marketing ingenioso al servicio de las utilidades”.


Antes hemos cubierto territorio similar varias veces antes, quizás son suficiente frecuencia para que el lector casual pueda afirmar que detecta un escepticismo terminal de mi parte. Debo afirmar de nuevo que no tengo duda alguna acerca de la virtud inherente o la necesidad del movimiento ESG, si esa es la frase para él. Pero Taparia nos recuerda de nuevo que el sistema existente de capitalismo amigable-con-el-mercado es inherentemente antitético para ESG, porque uno está orientado completamente por encontrar y explotar oportunidades de generación de valor financiero, y el otro es (o debería ser) dejar algunas de esas oportunidades en la mesa en aras de objetivos más amplios y generalizados.


Claro, un fondo ESG podría modificar algunas de las decisiones de inversión que de otro modo tomaría en aras de las metas ambientales y sociales, pero a menudo la dinámica es que inevitablemente se encontrará a si misma elogiando en exceso los pequeños pasos que da en la dirección, mientras se encoge de hombros con pesar sobre pasos más grandes que todavía se están dando en la dirección equivocada.


Pero incluso si el movimiento de inversión ESG alcanzara un estado de perfección (como quiera que pueda ser definido), todavía no sería suficiente para limpiar todas las “externalidades” tóxicas de la sociedad. Aquí en Canadá, es altamente previsible que el próximo gobierno sea, en el mejor de los casos, apático hacia la política ambiental y posiblemente activamente hostil a ella; Estados Unidos está aún más lejos de ese camino; y la buena voluntad progresista de Europa solo puede llegar hasta cierto punto frente a los aparentes desafíos y dificultades del día a día. Además, la regresividad crecientemente obsesiva de la derecha política preserva la concentración del poder y privilegios que encarnan excesos y saqueos insostenibles. Cualquiera que sea el camino a seguir en ESG, posiblemente no sea uno políticamente neutral, mucho menos uno que básicamente solo les da un nuevo brillo frágil a los supuestos tradicionales “amigables para-los-negocios”.


Las opiniones expresadas son solamente las del autor.

Esta traducción no ha sido revisada ni aprobada por el autor.


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