¿Arriesgar o des-arriesgar?
Por Samuel Mantilla - ¿Arriesgar o des-arriesgar? ¡No hay riesgo climático!
En la medida en que cada vez se toma más conciencia de los problemas derivados del cambio climático, principalmente, pero también de las distintas problemáticas ambientales, sociales y económicas (Cfr. ESG, GRI, <IR>), ha aumentado la urgencia por la acción eficaz para enfrentarlas. Con una insistencia de objetividad, esto es, que tanto los impactos como las acciones para enfrentarlos puedan ser medidos.
Las mediciones financieras, tradicionalmente reconocidas como confiables, son ahora complementadas e integradas con mediciones no-financieras. ¡Todo ha tenido que cambiar! Para que la confiabilidad derive en credibilidad y acción eficaz.
La administración del riesgo, que ha sido ‘la joya de la corona’ de los análisis macro, microeconómicos y empresariales está ‘en el ojo del huracán’. Actualmente se reconocen tres enfoques principales de administración del riesgo:
Tradicional, basado en ‘correr riesgos’, esto es, ‘arriesgar’. La medición se ha centrado en los impactos y en la frecuencia. Muy importantes los riesgos de alto impacto y alta frecuencia, pero también los de baja frecuencia y alto impacto (‘cisnes negros’). Lo cual ha derivado en prácticas de ‘correr riesgos’ (según el ‘apetito por el riesgo’) y, las más comunes, de ‘mitigación de los riesgos’. Los bancos y las instituciones financieras tradicionalmente han centrado sus prácticas de negocio en ‘correr riesgos’ protegiéndose en el ‘derecho financiero’ que siempre está a su favor. Contadores y auditores frecuentemente insisten en la ‘mitigación de los riesgos’ o, en términos técnicos, ‘el riesgo que sea tolerable’ (‘reducción del riesgo a un nivel que sea admisible’).
Actual, también conocido como ‘des-arriesgar’, esto es, ‘no correr riesgos’ o también ‘el riesgo del no-riesgo’. Consiste en no gestionar el riesgo sobre una contraparte, sino en bloquear su acceso de forma automática. Surgió como una medida ‘de protección’, impulsada por el GAFI, en sus esfuerzos de lucha contra la corrupción, el lavado de activos y la financiación del terrorismo (Cfr. Sagrilaft y similares).
No hay riesgo climático. Un sector muy fuerte de los activistas del cambio climático está proponiendo que se reconozca que no hay riesgo climático: los problemas climáticos son una realidad que hay que enfrentar con urgencia y rigor. No es que a unos impacten más suave y a otros menos, no es que unos se puedan proteger de ellos y otros no. Las amenazas derivadas del cambio climático son para todos. El riesgo lo hubo hace muchos, pero muchos años y no fue atendido (esto es, ‘no fue minimizado’). Ahora toca hacerles frente a realidades que, si no se enfrentan, amenazan la supervivencia misma de la humanidad.
Entender el des-arriesgar
En el presente, el eje del análisis está en el ‘de-risking,’ que en español puede ser traducido como ‘reducción del riesgo’ (por parte de quienes insisten en la mitigación del riesgo) o como ‘des-arriesgar’ (por quienes entienden que una alternativa es no correr riesgos), dado que, las realidades climáticas están mostrando que ‘no hay riesgo climático’.
El des-arriesgar rápidamente se convirtió en una ‘práctica aceptada’, tal y como desde el año 2017 lo reconoce Daniel Trias:
“El De-Risking se caracteriza por la completa y exagerada reacción al riesgo adoptaba por buena parte de las instituciones bancarias internacionales, que simplemente están abdicando de ejercer su función institucional y social de gerenciamiento del riesgo, conforme a recomendaciones por el Grupo de Acción Financiera contra el Lavado de Dinero y Financiamiento del Terrorismo (GAFI/FATF) y reguladores internacionales, interrumpiendo sin mayores justificativas las relaciones comerciales con personas, empresas, otras instituciones financieras y hasta con los propios países”.
Los fenómenos financieros alrededor del covid-19 (arrendamientos, deudas, cadena de suministro, reducción de los flujos de financieros para los países en desarrollo, etc.) han hecho que este enfoque se fortalezca. El cumplimiento [compliance] ha sido muy importante para afianzar esta práctica de administración del riesgo: protegerse ante el riesgo de que la contraparte no pague (las deudas, los arrendamientos, los compromisos de suministro, etc.).
Las consecuencias negativas no se han hecho esperar: la no toma de riesgos principalmente por parte de la banca, abandonando o reduciendo sus líneas de negocios con el fin de evitar riesgos de incumplimiento y/o regulatorios y en ciertos casos eliminar líneas no rentables o reducir la competencia. Todo ello acompañado de agresivos mercadeo y publicidad que muestran que sus prácticas ahora son ‘verdes’.
Por lo pronto, no hay solución a la vista. Parece que este enfoque se está afianzando más y más. A la espera de que los reguladores ‘aflojen’ y el ‘compliance’ deje de ser un problema.
Un documento valioso
El pasado 22 de septiembre de 2021 fue publicado un libro blanco por el SDIP del Foro Económico Mundial. Sus autores son Elliott Harris, Nancy Lee y Clemente del Valle. Tiene por título Reshaping Risk Mitigation: The Impact of Non-financial Levers [Reorganizando la administración del riesgo: Impacto de los apalancadores no-financieros]. Si bien tiene solo 20 páginas, es un documento denso que contiene una síntesis importante de por qué la administración tradicional del riesgo tiene que ser reorganizada (‘ya no es suficiente la mitigación del riesgo’), dados los impactos de las realidades no-financieras que están impactando las finanzas. Es un análisis macroeconómico que ofrece luces importantes para las realidades microeconómicas y empresariales (‘de negocios’).
Este documento tiene cuatro partes centrales [la traducción es propia]:
1. Las características de las medidas no-financieras de des-arriesgar
2. El poder de los apalancadores no-financieros
3. ¿Qué se necesita para desbloquear el des-arriesgar no-financiero?
4. Ejemplos de medidas no-financieras de des-arriesgar (Programa de energía renovable de Sudáfrica; Programa de infraestructura de transporte 4G de Colombia).
De manera clara afirma:
“Los enfoques actuales para la mitigación del riesgo de manera predominante se han centrado en desplegar instrumentos financieros de compartir-el-riesgo para transferir parte de la prima de riesgo asociada con transacciones específicas. Si bien esos productos financieros están siendo desplegados más regularmente en los mercados emergentes, imponen un costo financiero a la transacción, el cual invariablemente es trasladado al usuario final mediante tarifas más altas. Algunas veces, incluso los proveedores de finanzas públicas o inversionistas de impacto consideran que los riesgos son demasiado altos o difíciles de valorar. Adoptar un enfoque más amplio, más comprensivo para la mitigación del riesgo es requerido para mejorar el atractivo y el entorno de negocios de países, sectores y proyectos para el capital privado. La mitigación del riesgo necesita ser entendida como que vaya más allá de solo productos de mitigación del riesgo financiero, hacia un concepto más amplio de medidas de mitigación del riesgo no-financiero”.
Suficiente claridad de un párrafo que se explica por sí solo. La administración tradicional del riesgo, entendida como solo mitigación de riesgos financieros, tiene que evolucionar hacia un enfoque más amplio que considere los riesgos no-financieros.
De manera muy importante, el documento en mención resalta que sus principales mensajes son los siguientes [la traducción es propia]:
Una restricción clave para llevar capital del sector privado a los mercados emergentes a escala es el riesgo (percibido y real) asociado con tales inversiones.
La mitigación del riesgo típicamente ha sido tratada sobre una base específica-de-la-inversión o específica-del-proyecto mediante medidas de transferencia financiera; pero dado que las barreras del riesgo a menudo son sistémicas, se necesita aplicar un enfoque más amplio dirigido a los apalancadores de la mitigación “no-financiera”.
Implementar apalancadores de mitigación del riesgo no-financiero tiene un poderoso impacto de apalancamiento para reducir el costo de los productos de mitigación del riesgo financiero.
Gobiernos, instituciones financieras de desarrollo y otros stakeholders clave deben trabajar en colaboración para diseñar e implementar medidas de des-arriesgar no-financieras.
Con este enfoque se puede o no estar de acuerdo. Eso realmente importa poco. Lo realmente valioso es entender cómo están siendo entendidas estas cosas y cuáles son las prácticas que están asociadas a ello.
Está claro que las cosas están evolucionando porque ahora hay problemas diferentes por enfrentar. Las prácticas tradicionales (‘muy arraigadas’) no son suficientes. La integración de lo financiero con lo no-financiero se volvió un imperativo, así todavía no haya suficiente claridad en las nuevas mediciones. Sobre todo, porque se cae en el riesgo de que se conviertan en medidas regulatorias, institucionales, relacionadas con el gobierno, de cumplimiento. En otras palabras, aferrarse a la tradicional ‘mitigación del riesgo’.
Es importante que contadores y auditores, si de verdad quieren tener un rol protagónico frente al cambio climático, comiencen a abordar estas cosas y desarrollen procesos de medición asociados a los negocios y empresas, que es su campo específico de acción. Sin desconocer que en entornos macro y microeconómicos se están liderando procesos importantes.
En otra ocasión intentaré abordar con más detalle por qué algunos consideran que ya no hay riesgo climático. Y las consecuencias que ello tiene.